16 diciembre 2007

TODAVÍA ES POSIBLE UNA NUEVA GENERACIÓN


TODAVÍA ES POSIBLE UNA NUEVA GENERACIÓN
Nota de entrada: como profeta de ‘clave 9’ me está dado respetar cualquier tipo de gobierno que tengan los pueblos. El propósito de mi mensaje es anunciar “una nueva generación de hombres más libres, más justos y más amorosos”. Que se adelante o se atrase la materialización de esa “nueva generación” dependerá de la toma de conciencia (´CONCIENCIA CÓSMICA’) que a lo largo de los tiempos vayan tomando gobernantes y gobernados. Cuanto antes, mejor; cuanto más tarde, más complicada se hará la estadía del hombre como individuo y como sociedad en el planeta tierra. Yo, Manuel, Profeta de ‘Clave 9’, cumplo con invitar a todos y a cada uno de mis hermanos, sean estos capitalistas, socialistas, comunistas, de derecha, de centro, de izquierda, etc. A mí no me toca juzgar, sino anunciar lo positivo para el hombre. Y el hombre visto sin distingos de ninguna naturaleza, condición o circunstancias en que se halle ahora. Por supuesto que, al adquirir el hombre ‘CONCIENCIA CÓSMICA’, su estado vibratorio será de más elevación que el de ahora y por consiguiente sus pensamientos, sus voliciones y sus acciones se corresponderán también con ese estado de elevación caracterísitico de la ‘CONCIENCIA CÓSMICA’, fundamentada ésta sobre el trípode no menos cósmico de la libertad, de la justicia y del amor. Mas ello ha de darse en “un proceso lento y dificultoso”, por la misma complejidad de la historia. Ésta tiene sus etapas, que son como hitos que se cierran y se abren. Unas cosas quedan en el pasado y otras toman preponderancia como nuevas. Lo lógico es no violentar los pasos. Y los pasos se violentan cada vez que el hombre recurre a las armas y la violencia se hace como como explosión expansiva e incontenible. La misma Biblia dice que cada cosa tiene su tiempo. La sabiduría del hombre está en saber cuándo es el momento. Mientras tanto confiemos en que este mundo no sólo es de tinieblas y de ciegos, sino de luz y de videntes, y que si pedimos ‘luz’ a la Deidad que todo lo rige, la ‘luz’ acompañará nuestras obras. Cada cual, gobernantes y gobernados, ponga de su parte para que brille ese nuevo amanecer. Por supuesto que no es de extrañarnos todavía la improvisación y el desacierto en la conducción de las naciones. Pero ya el camino es más corto para la implantación del ideal de libertad, de justicia y de amor. Ya estamos en un cierre, más que histórico, dimensional, y los acontecimientos se sucederán vertiginosamente unos a otros. ¡Dichosos los que, captando el momento oportuno, recojan las “piedras dispersas”, las amontonen y las coloquen nuevamente en su respectivos sitios para la nueva edificación: de un hombre más libre, más justo y más amoroso! Sí hago énfasis: ‘no más cualquier medio con tal de conseguir el fin’. Los medios deben estar en proporción al fin. Y una nueva educación ha de marcar las técnicas y los procedimientos propios para el logro de ese ideal de vida (en libertad, para la libertad; en justicia, para la justicia; y en amor para el amor). No más muerte del hombre por el hombre. La muerte la ponemos en manos del hacedor para que ella, como hito que es entre lo temporal y lo eterno, nos conduzca a la vida del más allá. Más allá que puede comenzar desde el más acá. Que no en vano dijera el Cristo: "el reino de los cielos está dentro de vosotros”.Y el cielo y no el infierno lo podemos comenzar a vivir desde acá, desde esta vida. Capacidades nos sobran para poner la ciencia y la tecnología al servicio de una vida mejor, que no de más hambre, vejaciones, latrocinio, humillaciones, torturas, penas de muerte, charcos de sangre entre hermanos…
Por supuesto que las dirigencias de las naciones tienen la voz cantante en dar apertura a este proceso cósmico de “regeneración de lo humano”. A veces los buenos deseos se ven entrabados por los apegos al poder y los beneficios que éste aporta a determinadas camarillas de turno. La ley del más fuerte es la que comanda, sin sentido de igualdad, derechos, libertad, justicia. Siempre se impone la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti. Y ya es hora de la nueva cosecha, del “vino nuevo en cuero nuevo”. “Todas las cosas pasarán, pero mis palabras permanecerán”, y a ellas me acojo en mi fe. Y entre la palabras del “Hijo del hombre”, del Cristo vivificador, debemos resaltar: “vino nuevo en cuero nuevo”, “la regeneración de lo humano” y “no se ha hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”. Ya estamos en capacidad de comprender el significado de estas palabras y de llevarlas al plano de realización social, separándolas en lo posible del matiz religioso y ritualista con que se las ha disfrazado, sin negar que “hay que dar al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Esto es, las cosas de este mundo no tienen por qué estar divorciadas de la ley divina, sino más bien a justarse a ella. ¿Y qué es lo que quiere Dios del hombre? –‘Que se amen unos a los otros’ . Y la verdadera expresión del amor está en la justicia. “El que obra justicia es de Dios”.
Cuando tomo al Cristo como referencia del modelo que debe seguir el hombre en sus pautas sociales, lo hago lejos de todo fanatismo; sí a sabiendas de que su mensaje conlleva a la ‘verdad’, “y la verdad os hará libres”. Un dirigente político, un empresario, un trabajador, un hombre de ciencia, un estudiante, un ama de casa, etc., no necesitan llegar a la cumbre de la santidad para hacer de sus vidas personales y de la sociedad un mundo mejor. Y este mundo mejor es posible y realizable. Alguien tiene que dar el primer paso, y cuanto más influencia social tenga esa tal persona más fácil para dar apertura a la ‘nueva generación de hombres más libres, más justos y más amorosos’. El mundo mejor no está hecho; lo tenemos que hacer nosotros. Sólo requiere que las llamadas “piedras bíblicas” las coloquemos en su respectivo lugar. Y de seguro que en este lugar cabremos todos los humanos en jerarquía de igualdad (en justicia social). La ciencia, la tecnología y muchos otros inventos que conduzcan a la comodidad del hombre (de todo y cada uno de los hombres) no están reñidos con las cosas de Dios; de por sí, siendo de justicia, ya es una oblación a la Divinidad. ¿Mas puede ser una oblación a la Divinidad el sentido de propiedad que nos ha llegado a través de la historia (‘antihistoria’, irracional que no racional): ‘Lo mío es mío y los demás que revienten, que se mueran de hambre, que se arrastren en la marginalidad’? Necesario es revertir muchos términos jurídicos, ambiciones y malos hábitos, lo sé. Pero poco a poco y con buena voluntad se puede lograr un nuevo ideal de vida en el que ‘el todo’, bajo los indicativos de una adecuada educación (en libertad, para la libertad; en justicia, para la justicia; y en amor, para el amor), sea considerado y tenido como pertenencia de todos y de cada uno de los miembros de la sociedad. Nadie ha nacido con un letrero en la frente que diga: 'todo es mío’. Y sin embargo en cada frente porta el hombre el libre albedrío con su compañera la razón, para dar equidad a sus pensamientos y a sus obras. Y, junto a la razón, su voluntad y su capacidad de ‘educabilidad’ y de ‘educatividad’ como instrumentos de verdad y de justicia. ¿Por qué, en ejemplo de la actualidad, determinadas personas de los gobiernos gozan de sueldos exorbitantes, mientras que para otros, que son los que verdaderamente trabajan y producen, apenas les alcanza para el sustento diario? Debe haber un equilibrio más justo en el reparto de la riqueza nacional (mientras las naciones sean naciones, que dejarán de serlo para dar paso a una nueva configuración internacional en la que suelos, subsuelos, mares y espacio correspondan a una sola noción: a la noción de ‘hombre’). Esto puede estar tan lejos como cerca, según se lo proponga el hombre, rey y señor de esta planeta. Y ese día o lo construimos conscientemente o lamentablemente devendrá después de que se hayan “derretido los elementos por el fuego”. Profecía que la podemos cambiar por aquella otra del Apóstol Pedro: "Esperamos cielos nuevos y tierra nueva donde tenga morada la justicia”. Estamos en la encrucijada. Podemos escoger entre el camino correcto y el incorrecto.
En mi haber, como Profeta de ‘Clave 9’, me está dado ir removiendo las cenizas de la conciencia humana, porque todavía bajo ellas hay rescoldo de libertad, de justicia y de amor para fundir lo malo en lo bueno.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
-Se recomienda leer mi ‘TESTIMONIO VI’.

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