...para que al fin podamos vivir en santa paz.
Observando a las doctrinas religiosas encontramos un común denominador, que, traduciéndolo en lenguaje cósmico, sería: más que fábrica de contrarios, 'enemigos polarizados y encontrados'. Unos, los adeptos, se auto declaran los verdaderos y predilectos hijos de Dios; los no adeptos son execrados y vistos con tan malos ojos que hasta son llevados a la destructora maquinaria del 'ojo por ojo y diente por diente', con las consecuentes implicaciones: guerras fratricidas e infames genocidios entre 'rectos, puros y santos', y la contraparte de 'impíos y herejes'. Dualidad de 'antihistoria', que no de historia racional y un poquito más humana. Fanatismo y predominio de unos contra otros. Igual que ocurre en política: el contrario, aunque sea mayoría, es castrado en sus derechos por los que ostentan el poder y las armas y pasado a la categoría de enemigo irreconciliable, peligroso y hasta objeto de exterminio. Sin pasar por alto otros sectores doctrinarios con sus posesiones de la verdad y radicalismos, que, en vez de unir a los hombres como hermanos, los discriminan, los rechazan y anatemizan.En la 'antihistoria' la ley del más fuerte se erige como lo 'sacrosanto', lo intocable e irrefutable, y ante ella hay que inclinarse, someterse y rendirle tributos y pleitesía. No hacer esto es ya, de por sí, declaración de facto a guerra santa sin importar las consecuencias.No acuso a nadie en particular. Me refiero a una constante de la 'antihistoria'. Jesús decía: "El que esté sin pecado que arroje la primera piedra". Se trata del hombre que en milenios no ha superado aún su animalidad. Si bien los animales, dominados por sus instintos, luchan por su territorio, los hombres, dotados de razón, no han aprendido a compartir su territorio con sus hermanos. Y mientras esto /'antihistoria'/ persista, no habrá paz en la Tierra. Dicho de otra manera, mientras el hombre no alcance un nivel de conciencia superior, 'Conciencia Cósmica', conciencia de unidad, de universalidad y de trascendencia, la 'antihistoria' seguirá siendo vertedero de sangre humana.No niego que exista la 'revelación', que de hecho me ha sido concedida. Acepto que Dios se haya comunicado con algunas de sus criaturas en cualquiera de las formas escogidas por El. Pero entre recibir 'revelación' en conciencia propia, humana, y procesar debidamente su contenido, hay un intermedio de serenidad, y no de exaltación; de claridad de conciencia de lo sucedido; de humildad y de petición de luz, para no distorsionar el contenido. Tristemente, la 'revelación' no ha recaído siempre en mentes reflexivas y comedidas, y temerosas en cuidar lo recibido en justa medida. De hecho la 'antihistoria' ha proclamado más de una guerra santa, por esta misma razón. ¿Y en qué cabeza cabe, que no sea en mentes de baja frecuencia, que Dios quiere la guerra? Si el vocablo 'santa' significa 'justicia', Dios, que es la Santidad Suprema, no va a ordenar lo no santo, lo no justo, la guerra a sus criaturas. El que recibió revelación de guerra, o no procede de Dios su supuesta revelación o su mente no ha procesado correctamente el mensaje.
El más común de los sentidos nos dice que el Dios Santo y Bueno y Perfecto nos ama, que desea que nos amemos unos a otros, y que vivamos en paz. El hombre a través de los tiempos ha superpuesto el interés, quizás de manera inconciente, por no emitir juicios temerarios, a la verdad revelada, la cual ha revestido de ideología religiosa y por conveniencias personales o de grupo en ideología política. ¡Y cuántas guerras mal llamadas santas ha habido en el Planeta!
En mi mente cósmica, de unidad, de universalidad y de trascendencia, no caben estos exabruptos doctrinarios, por más que digan que la fuente es de 'revelación'. En mi mente no hay fronteras, ni divisionismos ni oportunismos. Soy tan hijo de las estrellas como el más encumbrado o el más humilde. Si de verdad tal o cual 'revelación', procede de Dios, la sabiduría también se muestra por sus frutos. Y la guerra no es de sabiduría, sino de torpezas, de egoísmos, de pasiones... El 'GRAN TODO' es armónico, y la guerra es efecto de desarmonía; mal puede Dios ni siquiera incitar a la guerra. ¡Confusiones o intereses de mentes humanas! Y en la esfera de la armonía se entretejen otros elementos, que no son los de la guerra, la Libertad, la Justicia y el Amor, que más que palabras hueras son leyes de armonía, cuyo cumplimiento nos hace verdaderamente humanos y hermanos sin distingos o condiciones de ninguna naturaleza. Si se quiebran estos principios nadie puede arrogarse que tal profecía, 'revelación', o poder, viene de Dios. Delante de Dios todos somos iguales. Nadie es más. Nadie es menos. Por un mismo camino entramos a esta dimensión; por un mismo destino caeremos en la fosa del sin retorno; salvo esto por nueva encarnación según Voluntad Divina, y con nueva memoria, que ya la vieja cumplió su cometido.
Si algo lindo y bello nos tipifica es la individualidad con sus más o menos características o cualidades, que haciéndose diferencias y divergencias, una es sin embargo la raíz y la meta que nos une: 'somos humanos' y nos pertenecemos al Hacedor como unos en el Todo y como todos en el Uno. Sólo el Hacedor en su infinita sabiduría sabe en qué distribución nos ha ubicado en una misma especie.
Entre las causales de las llamadas 'guerras santas' hallamos profetas, líderes, gobernantes... Pero ni profetas, ni líderes ni gobernantes son quiénes para arrogarse una supremacía sobre sus semejantes. Un profeta, un líder y un gobernante tienen una función social, como la tienen el albañil, el panadero, el labriego, el médico, etc. Así debe ser; y si no es, hay que lograr que así sea. En el contexto social nadie debe ser más; nadie debe ser menos. La responsabilidad ha de ser compartida, y los derechos respetados en su totalidad. Y el buen profeta, el buen líder y el buen gobernante se han de conocer por sus frutos. Si los frutos no reflejan la 'VERDAD', mal anda la cosa. La imposición, la supremacía y la mentira lo echarán todo a perder. La sabiduría del profeta, del líder y del gobernante deben reflejar la 'VERDAD', y esto con conciencia clara de que ellos no son poseedores de la 'VERDAD' con mayúscula, sino que su 'verdad' es con minúscula. La 'VERDAD' le queda muy grande al hombre. Y la 'VERDAD' es como el gran espejo cósmico en el que toda palabra, todo pensamiento y toda acción se deben reflejar para que se cumpla la Ley de la armonía de las partes en el TODO. No mirarse en este espejo ya es de por sí propender a la mentira, de la cual es hija predilecta la guerra en todas sus modalidades.
Ahora bien, respetando todas las creencias habidas y por haber, invito a los hombres de cualquier cultura a que levanten sus cabezas, a que miren un poquito hacia arriba, a que se den cuenta de que no debemos seguir enguerrillándonos unos contra otros, sino ejercitarnos en las supremas leyes de Libertad, de Justicia y de Amor. Capacidades no le faltan para esto al hombre. El equipo con que el Ser Todopoderoso nos ha dotado es completo. Nada nos falta si queremos ser santos. Todo nos sobrará, si queremos ser espíritus malignos /energías negativas/. Somos entidades de libre albedrío y dueños de nuestros propios destinos. Si nos vamos por el buen camino, y todos sabemos lo que es bueno y lo que es malo, habrá remanso y paz; por el mal camino, ya estamos prontos a precipitarnos por el abismo. Tal vez diga algún lector: ¡bah!, palabras hueras y necias de un idealista más. Pero de las trágicas e infernales consecuencias el tal lector no se podrá librar. ¿Quién puede escapar, hasta ahora nada más, de los efectos del odio, de la venganza, de la mentira...? Y lo más grave es que si rebasamos la copa, nuestra propia desarmonía se descargará inexorablemente contra nosotros mismos. Con las Leyes de Arriba no se juega, por más que el hombre crea burlarse de las leyes justas de las sociedades /pues que no toda ley terrenal es justa, por ejemplo: la ley de matar a un semejante; la vida nos es dada como atributo esencial en esta dimensión, y no somos quiénes para quebrantar lo ya preestablecido/. ¡Allá los que se hagan reo de su propia abominación! Yo no juzgo; simplemente invito a que comencemos a redimensionar la senda tan distorsionada que a través de la 'antihistoria' nos hemos trazado. ¿Una mentira y sus consecuencias? -Se acostumbra, a confundir lo cultural con lo espiritual, y a hacer creer esto a los demás, con la intención de que mentira que se repite suele hacerse verdad, y no sólo verdad, sino costumbre, hábito... La mentira es tan sutil que se infiltra fácilmente en las mentes. Esto es, se la inculca solapadamente hasta llegar a convertirse en doctrina y en ideología. El engaño es planificado y como un anzuelo se utiliza para pescar incautos y meterlos en el cesto del dominio de las conciencias /religiosas, políticas, etc./ y, así, sumergir al incauto semejante en creencias que nublan la mente y avivan la sumisión y el servilismo, y hasta en la esclavitud sin aparentes cadenas. La mentira es la maldad disfrazada de astucia, que entretiene, atrae y atrapa, adormeciendo y matando sin dolor y sin conciencia de ello. Las víctimas, miles de millones en el planeta tierra, entran en metamorfosis de enajenación /de adoctrinamiento, de lavado cerebral/ y sucede algo así como al paciente pasado de anestesia en el quirófano, que queda en vida vegetativa y sin poder valerse por sí mismo. Y algo peor que esto, el adoctrinado o ideologizado es utilizado no sólo para beneficios de una persona, grupo o comunidad, sino en muchos casos como robot programado para fines inconfesables. ¡Cómo será esta programación que la víctima se presta hasta para el suicidio, sacrificando su propia vida, lo más preciado de este mundo! Si el extremo es el suicidio, más fácil es el genocidio. Y de genocidios ya estamos descalificados en el todo coexistencial como seres racionales: hombre fiera y perversa que se ensaña contra su hermano humillado, como he dicho otras veces: hasta quererle arrebatar el alma. Pero el alma es individual y se pertenece solamente a Dios.
Yo sé que el futuro, a las buenas o a las malas llega. Pero hay tiempo para rectificar y enderezar los caminos. Y esto es competencia de todos. Y sé que el vacío espiritual salta a la vista. Y en este vacío los más sagaces usufructúan a los más ingenuos y desfavorecidos. Mas no por ello me doy por estar arando en el mar. Sé, al mismo tiempo, que la Gran Presencia está como vigía a nuestro lado. Gran Presencia que ahora, en este mismo estallido de guerra entre bandos que creen que con las armas van a engendrar la paz, se nos manifiesta en la imagen del Cristo. El Cristo que unos aceptan y otros rechazan. El Cristo que un día dijo: "Yo no he venido a sembrar la paz, sino la guerra". ¡Pero ésta sí que es la 'guerra santa'! La guerra a vencer los desmanes de este mundo mediante la ley del Amor. La guerra del desafío a la mentira, al odio, a los intereses bastardos, a las injusticias. Guerra crística, que sin ser religiosa, sino cósmica, la seguimos en 'Clave 9' y la propugnamos con las armas de la Libertad, de la Justicia y del Amor, para una humanidad más libre, más justa y más amorosa. Y recordamos al Cristo cuando dijo: "Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero no como os la da el mundo os la doy yo". ¿Y cómo la da el mundo? A cambio del dominio del vencedor sobre el vencido, y bajo condiciones injustas y oprobiosas que dejan el rescoldo para atizar nuevas guerras. La paz del Cristo es de ahora para siempre. Y el Cristo es fuego transformador de mentes y corazones. El fuego que purifica en medio de la infamia de hombres cegados por intereses materiales y/o por ideologías de 'antihistoria'.
Cumplo una vez más con mostrar el Cristo fuego devorador de mentes y corazones, y de paz santa y eterna. Por algo se nos ha manifestado ahora. Yo, al menos, cumplo con dar testimonio del hecho. El que tenga ojos que vea, y el que tenga entendimiento que entienda.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario