Dime madre… ¿Qué es esto que corre por mis venas? ¿Por qué este correr tiene un motor impulsor que cuando se para es como si el manantial de la vida se agotara? ¿Por qué? ¿Qué es esto que llamamos sangre y que baña todo mi cuerpo como caudaloso río que riega la tierra?
Dime, madre… ¿Es acaso abono fertilizante de nuestro ser o es nada más que el simple río por el que transcurre nuestra vida?
Dime, madre… ¿Por qué hay islas en este deslizarse tu imagen por los ramales de mis venas: Isla O. Isla A. Isla B. Isla AB…?
Dime, madre… Que yo no comprendo que en las entrañas de mi ser haya islas de separación, cuando mis ojos sólo ven el rojo que fluye y refluye… Y que cuando se sale de su cauce se transforma en muerte…
Dime, madre… ¿Por qué islas…? ¿Y por qué en unas sus habitantes se matizan de Rh+ y en otras de Rh-…?
Dime, madre… ¿Acaso estamos condenados a la separación…?
Dime, madre… ¿Quién te ha hecho así que aún con tus islas de separación éstas son un mismo territorio y su lenguaje es común? Cada grupo testifica de tu maternidad como especie. Cada grupo habla por sí mismo de sus integrantes, y cada integrante reafirma su ancestro. Mientras tanto, tú en tu incesante movimiento demarcas los espacios que a cada uno de tus hijos nos corresponde.
¡Oh, madre…! ¿Qué te hace ser una en la diversidad? ¿Hay una mano todopoderosa detrás de ti que modela tu rostro y tu expresión maternales?
Dime, madre… Que ya no puedo más… Te veo derramada, sufriente, pisoteada por las calles… Y en lugares ocultos te profanan los mismos en cuyo latir está impreso tu nombre.
Dime, madre… ¿Dónde está la inteligencia que tú irrigas…? Dime, ¿dónde? He viajado por la historia y sólo he visto charcos de sangre… He buscado la inteligencia y tan sólo he visto soberbia, prepotencia, destrucción, masacres… ¿Es que acaso en tus gotas de sangre no está también la inteligencia de la Gran Madre Naturaleza? Yo la veo en mis adentros… La contemplo y hasta la venero. Y me consta, madre, que tú nos la has dado por herencia, para que aún en la separación de las islas haya puentes de unión y de convergencia.
Dime, madre… Porque enmudecen mis labios y mi corazón ya no palpita…
Dime, madre… Si es destino ciego que superemos en fiereza a los animales. Dime, que ya no aguanto el dolor de tanta infamia, cuando veo la opulencia en unos de mis hermanos, mientras otros mueren de hambre… ¡Y cómo la inteligencia se hace ley en el más fuerte, socavando la dignidad y abriéndole fosas a la indigencia!
Dime, madre… Porque se agotan mis fuerzas. Porque el tiempo no espera y mi estadía acá es tan efímera como pasajera. Mas lloro en mis adentros . Siento que todas las ‘islas’ están en mí. Que me pertenezco a todas y a cada una de ellas. Y por ellas suspiro y me doy todo por entero, para que en ellas haya cosechas de paz y de prosperidad.
Dime, madre… ¿En qué otro idioma puedo darme a entender? Mi lenguaje de Libertad, de Justicia y de Amor suena a huero ante los que se dicen ser inteligentes, sabios e indispensables. Siento como que muero a cada instante, sin ver reivindicación de tus hijos para con su madre. En vez de sentarme a llorar salgo a tu encuentro. Me arrastro sí en el dolor, no menos en la impotencia. Pero pienso en ti, y me aliento, y me recupero de esta nostalgia de saber que tanto te quiero… Que vivificas mi sangre… Que mi sangre sin ti es mero requiebro. Y me levanto erguido de nuevo. Pero la sangre de tantos inocentes, y aún sin serlos, salpica ante mis ojos y otra vez, ¡oh, madre! mi sufrir sin quererlo.
Dime, madre… ¿Cómo puedo arribar a tus islas? Mi lancha es tan frágil… Pocos me dan su mano… Sólo me queda un consuelo: saber que tú me escuchas y que nada de lo que yo por ti haga lo pierdo; que todo vibra; que en la Gran Ley siempre está tu eco; y que un día, y me iré en la esperanza, “pacerán juntos el lobo y el cordero”.
Dime, madre… Por último, ¿quién cuidará de tus islas, cuando yo salga de tu seno y me remonte a las alturas de lo eterno? ¿Volveré de nuevo a tus brazos? ¿Veré entonces lo que ahora no puedo, o seguiré una vez más en tus islas como lo que soy, siendo tu hijo, uno de tus obreros?
Madre… Por ti vivo; por ti muero.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario