LA VORACIDAD COSMICA
¿Qué es lo que hace que un clavel esté hoy en su plenitud de vida y mañana se marchite? ¿Qué es lo que hace que las aguas que forman el caudal de un río confluyan en un mismo cauce? ¿Qué es lo que hace que lo que hoy es fuerte y resplandeciente mañana se deteriore y se opaque? ¿Qué es lo que hace que en la llamada ‘danza macabra’ se unan espermatozoide y óvulo para dar paso a una nueva criatura? ¿Qué es lo que hace que lo que hoy es fuego mañana sean cenizas?
Preguntas y más preguntas. Y más abundantes que las mías pueden ser las tuyas. Y el mundo gira ¿en rededor de qué?
La Tierra… Alguien intuyó que el corazón de la Tierra es de sangre ardiente, cuando vio que la boca de sus volcanes escupía azufre y fuego. Las fieras, en su medio salvaje, más bravío éste que las entrañas del sol, acechan a mansas criaturas y con certeros zarpazos las trituran… ¡Garras de muerte…! ¡Desafío de la misma vida! Y el pez grande se come al chiquito. Y las aves de rapiña se descargan sobre tiernas avecillas…
Y miramos lo apacible de una noche estrellada que nos arrebata en sublime nostalgia; y no es tal. Más que ilusión delante de nuestros sentidos está una dura y no menos inaudita realidad. Lo que creemos sereno, en calma, es convulsión, estruendos que los oídos no están hechos para soportarlos, porque son explosiones cósmicas, que escapan al dominio de lo humano. En ellas se genera el tiempo y el espacio, y lo que llamamos ayer, hoy y mañana.
…Y nos olvidamos, quizás, de un Todo Armónico, Único y consigo mismo sincronizado. Donde en El no tiene cabida la muerte, porque la muerte no es en El lo que termina, sino lo que, sin comienzo ni fin, continúa, y de hito en hito, va cual onda etérea testificando de lo siempre eterno e infinito: ¡Dios…! Cuatro letras, para nosotros. Para otras gentes del mismo planeta: una, dos…, muchas… No importa. Y en Dios: "Nos movemos, vivimos y existimos”. Aceptarlo o rechazarlo es cuestión mental. La realidad es única, inconmovible, inconmensurable, y está en todo, como ‘EL TODO’ en cada una de sus partes.
Y el hombre no es más ni menos. Burbuja en el mar que en sí y de por sí no tiene consistencia si no se agitan las olas y sale a luz como nueva criatura. Mas se pertenece a la mar serena o encrespada. Burbuja o gota… Es manación del mar. Burbuja o gota que no hace sino repetir aquello en lo que es…, mar… Como el clavel que sin ser, era en la esencia de la semilla, hasta que tallo y capullo le dieron plenitud, fragancia y belleza, y las mariposas, compañeras de destino, lo abanican con sus alas. En realidad todo es y no pasa. Sólo se manifiesta. Como la nube en montaña despejada que no se veía porque su estado anterior no se lo permitía. Salió del vapor… De la vida misma que en silencio y oculta acaricia a la montaña. Allí, donde todo es y no pasa, está el milagro permanente de la vida, como inspiración de amor de la Esencia Divina.
…Y una Ley, La Gran Ley, la que todo lo cambia y anima… 'La Ley de La Voracidad Cósmica’ impregnándolo todo. Nada escapa a su presencia, porque es ‘halo divino’ que marca los hitos del ser. Y el ser es ‘devenir’… Lo que es en ‘LO QUE ES’ y que no puede dejar de ser…
Y cuando el pez grande se come al chiquito, ‘La Ley de la Voracidad Cósmica’ está presente y activa, como puente de hitos que marcan el devenir del ser, como el punto a la línea que trazamos. Y en ese tictac del hito no hay bueno ni malo… Ni quietud permanente, sino aparente. Por eso el que muere no muere… Se transmuta… Cambia de estado… Y su ser continúará viendo eternamente. Y nada escapa a esa ‘Ley’ que es expresión de la Voluntad Divina. Y por eso, la parte conciente del Gran Todo, cual es el hombre aquí y ahora, no podrá burlarse de ‘Ella’.
La conciencia acusa y en el Espejo Divino asoman sus manchas. Manchas que también cruzan, como en lo inevitable, el puente de la ‘Voracidad’. No hay separado entre el acá y el allá, ni el ahora y siempre… Ni nada que detenga al ser. Claro está, pues, que “lo que entra no es malo, sino las abominaciones que salen de adentro”. Lo que entra ni es bueno ni malo. Lo que sale puede ser producto de libre albedrío mal procesado…
…Y como EL GRAN TODO es armónico, y en EL no cabe desarmonía, la purga es inminente al infractor de ‘La ley’. Mas si no tuviéramos el libre albedrío, que nos asemeja a Dios, tampoco estaríamos infringiendo ley alguna. ¿Sentido? Ninguno. Y aún así la ‘Ley de la Voracidad Cósmica’ estaría trabajando como péndulo de equilibrio entre las partes y las partes, y las partes y el TODO. Por el libre albedrío una de las partes del todo, nosotros, tenemos en dicha la oportunidad de volver a la Casa del Padre con más dignidad que cuando salimos de ella.
…Y como esto es lo que vale… Así lo plugo Dios. Y ‘La Ley de La Voracidad Cósmica’ es la encargada de que no falte un ápice a la armonía preestablecida.
Para gloria Dios en nosotros mismos.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.
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