07 diciembre 2006

A MI MADRE LA NATURALEZA

A MI MADRE LA ESPECIE

-Si el inteligente puede comprender al necio, me elevaría de peldaño.

Dime madre… ¿Qué es esto que corre por mis venas? ¿Por qué este correr tiene un motor impulsor que cuando se para es como si el manantial de la vida se agotara? ¿Por qué? ¿Qué es esto que llamamos sangre y que baña todo mi cuerpo como caudaloso río que riega la tierra?
Dime, madre… ¿Es acaso abono fertilizante de nuestro ser o es nada más que el simple río por el que transcurre nuestra vida?
Dime, madre… ¿Por qué hay islas en este deslizarse tu imagen por los ramales de mis venas: Isla O. Isla A. Isla B. Isla AB…?
Dime, madre… Que yo no comprendo que en las entrañas de mi ser haya islas de separación, cuando mis ojos sólo ven el rojo que fluye y refluye… Y que cuando se sale de su cauce se transforma en muerte…
Dime, madre… ¿Por qué islas…? ¿Y por qué en unas sus habitantes se matizan de Rh+ y en otras de Rh-…?
Dime, madre… ¿Acaso estamos condenados a la separación…?
Dime, madre… ¿Quién te ha hecho así que aún con tus islas de separación éstas son un mismo territorio y su lenguaje es común? Cada grupo testifica de tu maternidad como especie. Cada grupo habla por sí mismo de sus integrantes, y cada integrante reafirma su ancestro. Mientras tanto, tú en tu incesante movimiento demarcas los espacios que a cada uno de tus hijos nos corresponde.
¡Oh, madre…! ¿Qué te hace ser una en la diversidad? ¿Hay una mano todopoderosa detrás de ti que modela tu rostro y tu expresión maternales?
Dime, madre… Que ya no puedo más… Te veo derramada, sufriente, pisoteada por las calles… Y en lugares ocultos te profanan los mismos en cuyo latir está impreso tu nombre.
Dime, madre… ¿Dónde está la inteligencia que tú irrigas…? Dime, ¿dónde? He viajado por la historia y sólo he visto charcos de sangre… He buscado la inteligencia y tan sólo he visto soberbia, prepotencia, destrucción, masacres… ¿Es que acaso en tus gotas de sangre no está también la inteligencia de la Gran Madre Naturaleza? Yo la veo en mis adentros… La contemplo y hasta la venero. Y me consta, madre, que tú nos la has dado por herencia, para que aún en la separación de las islas haya puentes de unión y de convergencia.
Dime, madre… Porque enmudecen mis labios y mi corazón ya no palpita…
Dime, madre… Si es destino ciego que superemos en fiereza a los animales. Dime, que ya no aguanto el dolor de tanta infamia, cuando veo la opulencia en unos de mis hermanos, mientras otros mueren de hambre… ¡Y cómo la inteligencia se hace ley en el más fuerte, socavando la dignidad y abriéndole fosas a la indigencia!
Dime, madre… Porque se agotan mis fuerzas. Porque el tiempo no espera y mi estadía acá es tan efímera como pasajera. Mas lloro en mis adentros . Siento que todas las ‘islas’ están en mí. Que me pertenezco a todas y a cada una de ellas. Y por ellas suspiro y me doy todo por entero, para que en ellas haya cosechas de paz y de prosperidad.
Dime, madre… ¿En qué otro idioma puedo darme a entender? Mi lenguaje de Libertad, de Justicia y de Amor suena a huero ante los que se dicen ser inteligentes, sabios e indispensables. Siento como que muero a cada instante, sin ver reivindicación de tus hijos para con su madre. En vez de sentarme a llorar salgo a tu encuentro. Me arrastro sí en el dolor, no menos en la impotencia. Pero pienso en ti, y me aliento, y me recupero de esta nostalgia de saber que tanto te quiero… Que vivificas mi sangre… Que mi sangre sin ti es mero requiebro. Y me levanto erguido de nuevo. Pero la sangre de tantos inocentes, y aún sin serlos, salpica ante mis ojos y otra vez, ¡oh, madre! mi sufrir sin quererlo.
Dime, madre… ¿Cómo puedo arribar a tus islas? Mi lancha es tan frágil… Pocos me dan su mano… Sólo me queda un consuelo: saber que tú me escuchas y que nada de lo que yo por ti haga lo pierdo; que todo vibra; que en la Gran Ley siempre está tu eco; y que un día, y me iré en la esperanza, “pacerán juntos el lobo y el cordero”.
Dime, madre… Por último, ¿quién cuidará de tus islas, cuando yo salga de tu seno y me remonte a las alturas de lo eterno? ¿Volveré de nuevo a tus brazos? ¿Veré entonces lo que ahora no puedo, o seguiré una vez más en tus islas como lo que soy, siendo tu hijo, uno de tus obreros?
Madre… Por ti vivo; por ti muero.

¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!

Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.

EL PARAÍSO PERDIDO


VIGILANTE CÓSMICO EN EL PARAISO

‘El paraíso perdido’ de que nos predican las religiones pareciera un cuento de hadas. Y yo me detengo y me retroproyecto al escenario de ese cuento y escudriño la mente de su autor ‘el hombre’, que más que autor es personaje.
Pareciera de verdad un cuento de hadas. Un cuento que, una de dos, o lo han vivido muchos pueblos originarios de este Planeta o fue uno su primigenio autor y los demás lo han plagiado. La coincidencia está en los mismos personajes: el hombre que un día fue bueno e inocente y después se pervirtió y clamó la venganza de los dioses.
Lo cierto es que como tal, cuento o realidad, nos lo han contado también a nosotros que somos posteridad en relación a aquel momento de la infancia del hombre.
Y de la infancia del hombre se nos relata que ‘Adán y Eva’, nuestros primeros padres, pecaron, y nosotros, su descendencia, estamos arrostrando las consecuencias de ese pecado que me permito resumir: "Enemistad entre la mujer y el diablo, la serpiente, y entre ésta y la descendencia de la mujer representada en el Cristo histórico; se multiplicarían los trabajos de las preñeces de la mujer y pariría con dolor; la mujer buscaría con ardor al hombre, que la dominaría; la tierra sería maldita y con trabajo comeríamos de ella… Y algo peor, fuimos arrojados del paraíso, y a las puertas de éste colocó Dios un querubín con espada flameante para no permitir al hombre que tocara el árbol de la vida”.
No dudo, por lo que ven mis ojos y oyen mis oídos, que para muchos ‘el paraíso’ sea un cuento y que como tal hay que tomarlo. Pero mi mente se agiliza como el vuelo de las águilas con la suave brisa. Y me remonto a las alturas de mi pensamiento y de mi espíritu, y desde allá contemplo con ojos claros y serenos la quietud y el movimiento de lo de abajo. El águila caería sagaz sobre su presa. Yo simplemente observo y desdoblo esa página paradisíaca y la pongo al alcance de quienes quieran leerla de nuevo. Yo la leo y releo. Y al leerla encuentra asidero mi existir en esta vida como hijo de ‘Adán y de Eva’. Lo que pudiera haber sido un cuento es toda una realidad manifiesta. Y comparo ese cuento con la realidad, y se despejan mis dudas… Y algo más, detrás del cuento o mito descubro la propia realidad, que, yo, a mi modo, la traduzco y la llevo a plano de verdad.
Cierto es que muchos no ven más allá de sus sentidos, porque se los tapan para no ver esa realidad. Realidad que todavía es historia viva, y la vemos en ciertos pueblos del Planeta: Mujeres dominadas por sus maridos y con sus rostros cubiertos como si no tuvieran entidad. ¿Maldición de Dios, o dominio del hombre que usufructúa a la mujer como una cosa más? ¡Pobre mujer en estas condiciones de prepotencia del hombre! Es como si una venganza con arrastres de antaño fuera tomada. Esto es, la venganza subconsciente del patriarcado contra el matriarcado que alguna vez humillara al hombre. Un cuento paradisíaco que se repite, pero que puede llegar a su fin con el reconocimiento de la igualdad que el mismo cuento entraña : "Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta (la mujer) se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre; y se adherirá a su mujer; y vendrán a ser los dos una sola carne” (Gén. 2,23-24). Y carne de entidad propia para la mujer es lo que se desprende del mito: "Se llamará varona”. O sea, como mujer tendrá su propia entidad e identidad. Y es así como en el mito, que no es sino palabra divina filtrada en la mente humana, se defiende la igualdad de los sexos. Quizás sea ésta la primera ley que fabricara el hombre sobre la Tierra. Ley refrendada con el canto del alma: "Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Ley que el hombre en su prepotencia varonil ha pisoteado y sigue atropellando. Una de las causas ésta de la discriminación aún del llamado sexo débil, la mujer. Y es que en el fondo todavía resuena el eco del machismo que se refleja en el mismo mito: que primero fue el hombre y después la mujer. Y es el mito el que hace bajar a Dios de su estrado celestial para abrir el pecho del hombre y extraerle bajo sopor, como en operación clínica, de una de sus costillas a la mujer. Torpe concepto y traducción del mito si así fuera en realidad. Tal vez el mito encierra una ley anterior de machismo teísta y atribuye a Dios esta postura discriminativa de los sexos: primero el hombre; después la mujer.
Seamos cuidadosos en la interpretación del Génesis. Esta ley del machismo es posterior en orden cronológico al planteamiento que el mismo Génesis hace en el Cap. I: "Y creó Dios al hombre /a la especie humana, no al género varón/ a imagen suya…, y los creó macho y hembra; y los bendijo Dios…” (Gén. 1,27).
Y es bella y trascendental la ley que iguala al hombre y a la mujer, pero históricamente todavía está en la caverna de la prepotencia y del poder. Lo vemos y oímos a diario cómo se discrimina de hecho a la mujer: la mujer debe seguir al hombre por ley de un mito hecho conveniencias. ¿Y el convenimiento y concertación mutuas? ¿Adónde lo deja el machismo? Mas a pesar de todo, en caso de que el mito fuera una ley prefraguada deliberadamente, que yo acepto que en él hubo toque de lo divino, el libre albedrío del hombre dio curso a la distorsión de la voluntad divina. La Justicia Divina no es la causa de esa ley. Fue el hombre el que la acomodó a su interés, y hasta el día de hoy, sus funestos resultados: la mujer generalmente en desventaja legal respecto al hombre. En realidad el mismo hombre ha cerrado las puertas del ‘paraíso’.
Sea verdad o no el mito del ‘paraíso’, yo lo acepto como verdad por lo que él dice a mi mente. Y comparo su contenido con la realidad histórica, y no hallo incongruencia; más bien me induce a la aceptación, al menos en símil, de lo que pudo haber sido nuestro origen aquí en el Planeta. Origen que en ningún momento contrapone ciencia y religión.
Lo importante es que la mente se acerque sin prejuicios al mito ‘paraíso’. Así lo he hecho yo y sólo veo la mano de Dios operando en la ‘manifestación’. Y la mente es expresión intuitiva de la misma ‘manifestación’. Y mi mente capta con claridad que en el devenir de lo ignoto ‘todo comenzó a ser’, y en este todo: el hombre, como otras especies, y como macho y hembra. Y en mi mente, y en toda mente, está la facultad de ver al mismo Dios manifestándose en esta forma de naturaleza en que nos movemos. Y el mito recoge la impresión que el hombre primitivo tuvo con lo de Arriba y, a su modo, la plasmó en lo que llamamos ‘mito’, pero que tuvo su asiento en lo real. Fue el libre albedrío del hombre el que determinó su devenir histórico. Y no creamos que estamos muy lejos del hombre primitivo. Nuestra triste historia quizás sea el peor mito que haya escrito la especie humana. Aquellos hombres amanecieron en un mundo desconocido y sin respuestas. Miraban al cielo y sólo veían estrellas, y al sol, y a la luna, pero no podían definir su mundo. Ahora hacemos alarde de la ciencia y de la tecnología y el Dios del ‘paraíso’ nos sigue increpando:¿Qué haces Adán? ¿Todavía no te has dado cuenta de que si repican las campanas es porque tienen su tañido y detrás de ellas está el campanero /Dios/? ¿Todavía sigues menospreciando a Eva, tu mujer, utilizando palabras, gestos y acciones que la ponen en minusvalía de ser lo que es: tu madre y tu compañera, y tu asistente en el quehacer y sufrir que tiene la vida? ¿Hasta cuándo vas a reproducir el ventajismo machista del ‘mito’: “… /ella/ me dio de él /del fruto prohibido, que tú sabes cuál es: la mentira / y comí”? ¿Crees Adán que puedes engañar a Dios? Nunca es tarde para que cumplas con la ley del mismo ‘mito’ que Dios ha impreso en tu mente y en tu corazón: "Hueso de mis huesos y carne de mi carne”, compañera inseparable de destino que merece dignidad, porque el mismo Dios la ha hecho para que saliendo el semen de tus costillas, en reversión cósmica de lo Divino en lo humano y de lo humano en lo Divino, se impregne en ella y geste la prolongación de tu ser, de igual a igual en la ley del amor. Que el amor sea siempre el puente entre tu semen y el óvulo de ella. Y, sábete, hombre, que a las puertas del ‘paraìso’ está el ángel en guardia para que no comas del “árbol de la vida”. Ya bastante daño nos has infligido con tu mordisco al fruto prohibido. Muy caro nos ha salido el torrente de sangre que desde entonces corre como ríos por la Tierra. Quizás tu atrevimiento a burlarte del ángel no dé más lugar a la venida del Cristo, sino al juicio final. De todo te puedes burlar, si lo quieres en tu libre albedrío. Pero estás vigilado, por más leyes que inventes a favor del aborto, de la eutanasia, fertilización in vitrio, clonación, el comercio con las células madres, las bombas explosivas y matagentes, etc. Manotazos, al fin, sobre el árbol de la vida para arrancarle sus frutos. Cuídate, te digo, como dice la Biblia de no jugar con el cruce de las especies, pues así como todo gira velozmente, así se aproximará el futuro no deseado. No es amenaza. Es prevención. Pero si rebosas la copa, no tendrás tiempo de recoger lo derramado.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!

Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.

LA VORACIDAD CÓSMICA


LA VORACIDAD COSMICA

¿Qué es lo que hace que un clavel esté hoy en su plenitud de vida y mañana se marchite? ¿Qué es lo que hace que las aguas que forman el caudal de un río confluyan en un mismo cauce? ¿Qué es lo que hace que lo que hoy es fuerte y resplandeciente mañana se deteriore y se opaque? ¿Qué es lo que hace que en la llamada ‘danza macabra’ se unan espermatozoide y óvulo para dar paso a una nueva criatura? ¿Qué es lo que hace que lo que hoy es fuego mañana sean cenizas?
Preguntas y más preguntas. Y más abundantes que las mías pueden ser las tuyas. Y el mundo gira ¿en rededor de qué?
La Tierra… Alguien intuyó que el corazón de la Tierra es de sangre ardiente, cuando vio que la boca de sus volcanes escupía azufre y fuego. Las fieras, en su medio salvaje, más bravío éste que las entrañas del sol, acechan a mansas criaturas y con certeros zarpazos las trituran… ¡Garras de muerte…! ¡Desafío de la misma vida! Y el pez grande se come al chiquito. Y las aves de rapiña se descargan sobre tiernas avecillas…
Y miramos lo apacible de una noche estrellada que nos arrebata en sublime nostalgia; y no es tal. Más que ilusión delante de nuestros sentidos está una dura y no menos inaudita realidad. Lo que creemos sereno, en calma, es convulsión, estruendos que los oídos no están hechos para soportarlos, porque son explosiones cósmicas, que escapan al dominio de lo humano. En ellas se genera el tiempo y el espacio, y lo que llamamos ayer, hoy y mañana.
…Y nos olvidamos, quizás, de un Todo Armónico, Único y consigo mismo sincronizado. Donde en El no tiene cabida la muerte, porque la muerte no es en El lo que termina, sino lo que, sin comienzo ni fin, continúa, y de hito en hito, va cual onda etérea testificando de lo siempre eterno e infinito: ¡Dios…! Cuatro letras, para nosotros. Para otras gentes del mismo planeta: una, dos…, muchas… No importa. Y en Dios: "Nos movemos, vivimos y existimos”. Aceptarlo o rechazarlo es cuestión mental. La realidad es única, inconmovible, inconmensurable, y está en todo, como ‘EL TODO’ en cada una de sus partes.
Y el hombre no es más ni menos. Burbuja en el mar que en sí y de por sí no tiene consistencia si no se agitan las olas y sale a luz como nueva criatura. Mas se pertenece a la mar serena o encrespada. Burbuja o gota… Es manación del mar. Burbuja o gota que no hace sino repetir aquello en lo que es…, mar… Como el clavel que sin ser, era en la esencia de la semilla, hasta que tallo y capullo le dieron plenitud, fragancia y belleza, y las mariposas, compañeras de destino, lo abanican con sus alas. En realidad todo es y no pasa. Sólo se manifiesta. Como la nube en montaña despejada que no se veía porque su estado anterior no se lo permitía. Salió del vapor… De la vida misma que en silencio y oculta acaricia a la montaña. Allí, donde todo es y no pasa, está el milagro permanente de la vida, como inspiración de amor de la Esencia Divina.
…Y una Ley, La Gran Ley, la que todo lo cambia y anima… 'La Ley de La Voracidad Cósmica’ impregnándolo todo. Nada escapa a su presencia, porque es ‘halo divino’ que marca los hitos del ser. Y el ser es ‘devenir’… Lo que es en ‘LO QUE ES’ y que no puede dejar de ser…
Y cuando el pez grande se come al chiquito, ‘La Ley de la Voracidad Cósmica’ está presente y activa, como puente de hitos que marcan el devenir del ser, como el punto a la línea que trazamos. Y en ese tictac del hito no hay bueno ni malo… Ni quietud permanente, sino aparente. Por eso el que muere no muere… Se transmuta… Cambia de estado… Y su ser continúará viendo eternamente. Y nada escapa a esa ‘Ley’ que es expresión de la Voluntad Divina. Y por eso, la parte conciente del Gran Todo, cual es el hombre aquí y ahora, no podrá burlarse de ‘Ella’.
La conciencia acusa y en el Espejo Divino asoman sus manchas. Manchas que también cruzan, como en lo inevitable, el puente de la ‘Voracidad’. No hay separado entre el acá y el allá, ni el ahora y siempre… Ni nada que detenga al ser. Claro está, pues, que “lo que entra no es malo, sino las abominaciones que salen de adentro”. Lo que entra ni es bueno ni malo. Lo que sale puede ser producto de libre albedrío mal procesado…
…Y como EL GRAN TODO es armónico, y en EL no cabe desarmonía, la purga es inminente al infractor de ‘La ley’. Mas si no tuviéramos el libre albedrío, que nos asemeja a Dios, tampoco estaríamos infringiendo ley alguna. ¿Sentido? Ninguno. Y aún así la ‘Ley de la Voracidad Cósmica’ estaría trabajando como péndulo de equilibrio entre las partes y las partes, y las partes y el TODO. Por el libre albedrío una de las partes del todo, nosotros, tenemos en dicha la oportunidad de volver a la Casa del Padre con más dignidad que cuando salimos de ella.
…Y como esto es lo que vale… Así lo plugo Dios. Y ‘La Ley de La Voracidad Cósmica’ es la encargada de que no falte un ápice a la armonía preestablecida.
Para gloria Dios en nosotros mismos.

¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!

Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.

ILUSION Y LABERINTO


ILUSION Y LABERINTO

El diccionario define así la ilusión: "Concepto imaginado por engaño de los sentidos”. Yo, sin negar esto y lejos de definiciones intelectualistas, acepto la ilusión como una función mental necesaria en la vida, es como un motor que impele a seguir adelante; como un faro que abre horizontes en la oscuridad. La ilusión juega un papel en nuestro pensar y en nuestro quehacer. Mas cuando la ilusión se desborda y la mente pierde los comandos surge una espiral que mete al sujeto en un laberinto que, no por el hecho de que contenga derroche de luces y de colores, suele tener salida. Si bien el laberinto puede conducir a una misma puerta de entrada y salida, más de un investigador de cuevas ha pasado sus malos ratos por confiar en que es fácil regresar al punto de partida. Se ilusionó su mente. Los sentidos lo engañaron. Al final está perdido. Y sentirse perdido produce angustia. Y con angustia no camina la humanidad.
Una vez yo tuve un lapso mental cuando manejaba mi carro (coche) por los alrededores de la ciudad. ¡Qué angustia sentirse perdido sin más referencia que la ignorancia absoluta hasta del lugar donde uno se encuentra! Y la ilusión llega a ser como un lapso mental. ¡Adiós memoria! ¡Adiós conciencia! ¡Adiós, incluso, voluntad!
Cuando hablo con determinadas personas, y da lástima decir ‘jóvenes’ en su mayoría, los veo no ya en un lapso mental, sino en una rapsodia de ilusiones e intrascendencia. Las atracciones de lo fácil, de lo cómodo, de lo inmediato y de tantas locuras y desenfrenos del mundo actual los absorbe por entero. El mundo se les presenta como la gran oferta sin cuota inicial. Tal vez yo sea un iluso más. Tal vez también tengo conciencia de que no quiero serlo y pongo recursos a mi alcance. No quiero entrar en la caverna de la ensoñación. Y me retiro de ella. Y siento, percibo y veo con los tres sentidos de mi ser: con los ojos del cuerpo, con los ojos de la mente y con los ojos del espíritu. Y todavía me queda el sentido del corazón, el sentido que late en mis adentros, el sentido de la sensibilidad y del amor que me habla de que yo no soy una entidad aislada, que me pertenezco a mi especie, al hombre por entero. Y en mi especie todo lo demás: el mundo en el que Dios me ha colocado para que, a cual paraíso del Génesis, lo trabaje y cultive, y coma con el sudor de la dignidad, que no da la vagancia, del atropello, del latrocinio, de la criminalidad… Estar aquí y ahora es algo más. Y este sentido pareciera haberse atrofiado. Y da la sensación de que la humanidad ha extraviado su rumbo. Que se ha dejado cegar por la ilusión de lo que hoy vislumbra y mañana se esfuma. Mas todavía hay tiempo para contener la ilusión desbordada y encauzarla para no caer en callejón (laberinto) sin salida. Y hablaba con un joven, que coincidimos en la misma mesa en la recepción familiar de un amigo. Me habla de sus ilusiones. De sus delirios de grandeza. De poseer bienes de fortuna. De dejar una buena herencia a su hijo. “Y para eso trabajo día y noche” –decía. Ilusión plausible para el proceso de ‘antihistoria’ que hemos vivido. Ilusión de pies en tierra, opuesta a la noción anterior que hemos dado de ‘ilusión’. Pero que sabemos de sus efectos. El mundo se hace propiedad de unos cuantos y los demás quedan como hasta ahora , siendo los eternos desheredados. Y si algo heredan es la miseria y la resignación, y su ilusión de desilusionados.
La humanidad tiene que dar un giro. Todo está confluyendo a la destrucción de lo pasado. Las influencias cósmicas de arriba se dejan sentir. Muchos han oído el campanazo, pero la resistencia al cambio y lo mucho que debe ser eliminado se hacen rémora, y como tal llega a la mente, y se revierte también, que es lo más grave, en violencia, en más inútil derramamiento de sangre. Lo vemos a diario. No allá, como noticia de conmigo no es; sino en nuestro mismo medio. ¡Muerte! ¡Muerte y más muerte! La mercancía más barata que alimenta las pasiones. Al fin engendro de más desdicha.
Y digo que ya el campanazo suena. Hay que sacar las antenas y percibir la procedencia de este grito de humanidad nueva. Nueva sin la ilusión del iluso. Nueva sin la ilusión del que sólo piensa en amasar fortuna. Nueva como sembradío de bienestar común. De un Estado Nuevo que ponga de verdad las instituciones al servicio del hombre y que eduque y forme al hombre para el hombre. No más el granero lleno de unos y la tripa vacía de otros. No más la ciencia y la tecnología en beneficio de un capital despiadado e inhumano, y los demás sin poder aliviar ni siquiera un dolor de muelas. No más clínicas de ricos y corroídos hospitales de pobres. Trabajo y responsabilidad de todos. Beneficio, derechos y dignidad de todos. Mas este mundo nuevo no viene solo. Lo tenemos que construir nosotros, tú y yo, y todos. El Mensaje ‘Clave 9’ en su futura edición escrita, intitulada ‘Testimonio VI’, define los términos de ese mundo mejor. Un mundo apoyado sobre el Trípode Cósmico de la Libertad, de la Justicia y del Amor en un ‘E N - P A RA’: En Libertad, para la Libertad; en Justicia, para la Justicia; y en Amor, para el Amor. Una nueva ilusión como ideal de vida en el que el todo social se deje sentir en cada una de sus partes, de la misma manera que EL GRAN TODO, DIOS, en cada una de sus criaturas. Ya esto es una necesidad imperante para la vida misma del hombre en el Planeta. Cuanto antes acometamos la empresa, mejor para la humanidad. Si nos retardamos, podría ser demasiado tarde. Desde Arriba, que se bien, lo de abajo nos lo están avisando. Yo cumplo con dar a conocer el mensaje.

¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!

Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.

'CLAVE 9' HACIA LO SOCIAL


'CLAVE 9' HACIA LO SOCIAL
LA REVERSIÓN DEL PARAÍSO

No todo está perdido. ‘Clave 9’ nos abre el devenir con nuevo hito de avance y superación mediante la ‘Conciencia Cósmica’. Lograda esta meta, el hombre puede llegar a un punto de convergencia entre lo pasado, lo presente y lo porvenir, pues que la ‘Conciencia Cósmica’ es como eje que engrana los vértices superior e inferior de un prisma cuyas aristas, las realidades de la vida, giran a su alrededor armónicamente. En palabras de Jesús está expresado así: "La regeneración de lo humano” y “No se ha hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”. Es más, la ‘profecía’ no ha muerto; es como un gen genésico y salvífico que portamos en la sangre y que nos motiva a abrir horizontes. La ‘profecía’ está escrita en la vida misma del hombre. Y el hombre es ‘devenir’, ‘ser’; lo que es y nunca se extingue; todo un mundo en perspectiva, y con un fin de proseguir viviendo más allá, en la morada de lo eterno, cuyo primer escalón pisamos en esta dimensión en la que nos movemos. Retomando esta idea de uno de mis escritos: "Y será la Jerusalén /la Jerusalén restaurada, la Jerusalén que tenemos que construir/ mi alegría, y mi pueblo mi gozo, y en adelante no se oirán más en ella llantos ni clamores” /Is. 65,19/. Es la vuelta al ‘paraíso’. Es como si, al elevarnos a ‘Conciencia Cósmica’, se nos abrieran, como así lo es, las puertas del ‘paraíso’ cerradas por el proceso de ‘antihistoria’ que hemos transitado.
¿Una estupidez más, cuando el mundo no lo arregla nadie? Simplemente, haz tu ensayo con la toma de ‘Conciencia Cósmica’. Tendrás que decir lo contrario: ¡Oh, sabiduría que te ocultabas dentro de mí! ¡Oh, realidad de mundo mejor siempre alcanzable! Habrá comenzado un nuevo amanecer para la humanidad. Y lo bello está en que el hombre se da cuenta de que él es el propio artífice de su hábitat. Todo le ha sido puesto en sus manos para que construya su cultura de bien, como a la abeja la flor para su cultura de miel. Y tengamos fe en el hombre, porque en él late el espíritu de su Hacedor, y si todavía no ha encontrado el camino de regreso al ‘paraíso’ por haberse desviado de ruta con su mal proceder, no por ello están perdidas las esperanzas del glorioso regreso. Y así como el río reclama su cauce, la vida misma hará recapacitar al hombre ante la encrucijada de las duras y amargas decisiones que deba tomar. Y es que en la vida misma está dada la ‘Conciencia Cósmica’. Si aquí abajo habíamos perdido la noción de lo que somos, desde Arriba nos ponen alerta y nos muestran la vía de la ‘Conciencia Cósmica’ como la más expedita para nuestro pronto regreso al ‘paraíso’. Cuanto más tardemos, más taras acumularemos, y nuestro transitar por esta vida se nos hará más pesado. No obstante, la profecía nos advierte y anima para que evitemos la estéril, pero posible, desaparición de la especie en este Planeta.
Ahora, por ‘Clave 9’, se remueven las cenizas soterradas por la maldad de unos y la ignorancia de otros. Cenizas que, al ser removidas por la ‘Conciencia Cósmica’, dejan al aire libre las ascuas de la esperanza para incendiarnos en el amor de lo Divino en lo humano, y de lo humano en lo Divino. Y si bien es verdad que cuando llega el agua al cuello es el momento de las decisiones, desde ya podemos ir aminorando el caudal de las putrefactas aguas en las que nos hemos acostumbrado a bañarnos. Esto es, por la ‘Conciencia Cósmica’ pronto aprendemos a beber de la fuente cristalina de la Libertad, de la Justicia y del Amor. Y oleremos más a naturaleza que a diablos encarnados. El tiempo no importa, si de ya la decisión. Y es entonces, cuando por inercia de la vida misma que somos, surge la “regeneración de lo humano” de que nos habla Jesús, El Cristo. ‘Regeneración’ de profecía en cumplimiento dado por nosotros mismos, pues que el Hacedor no toca nuestro libre albedrío. Y así: "Del más pequeño saldrá un millar; del menor una inmensa nación” /Id. 60,22/. Lo que a este favor hagamos hoy, no se perderá mañana. Y no olvidemos que ‘todo vibra’, y las repercusiones se hacen sentir tarde o temprano. Sembremos hoy la semilla de la ‘Conciencia Cósmica’ para que empecemos a vibrar en secuencia superior y tengamos mañana cosecha segura de nuestro ser. El buen sembrador destierra el pesimismo invernal suplantándolo por la fe de un verano mejor. Ni la tormenta ni el granizo veraniegos, que amenazan ruina, lo detienen. El pesimismo es como la personificación diabólica en uno mismo. Lancémonos con fervor a la siembra de la ‘Conciencia Cósmica’. Quienes ya hemos dado este paso, sabemos que es certero. ¡Animo! Pongamos la profecía en marcha. Vayamos corriendo el velo que nos separa de esos “cielos nuevos y tierra nueva”, que siendo profecía, los llevamos por dentro.
Del hombre de hoy depende evitar llantos y lamentaciones de mañana. De aquí que los hombres de buena voluntad, incluyéndonos tú, amable lector, no importa tu edad y tu sexo, y yo, debemos apresurar el paso y adelantarnos a tristes y desesperantes acontecimientos. Es imperante la necesidad de forjarnos desde ya en ‘Conciencia Cósmica’. Conciencia de unidad, de universalidad y de trascendencia.
Proyectémonos hacia lo ‘escrito’ y constituyámonos en instrumentos de realización, a sabiendas de que “No habrá allí niño que muera de pocos días, ni viejo que no cumpla los suyos. Morir a los cien años será tenido por maldición” /Id. 65,20/. La ciencia y la tecnología, y la religión, y la educación, y las doctrinas positivas, se darán la mano para el cumplimiento de esta profecía. Ya el campanazo ha sonado. ¿Adónde está el campanario? Adelante, no te detengas. Un poco más de atención y pongámonos en acción. Ya los resultados saltan a la vista. No todo está perdido. La profecía está en marcha. Ejemplo: la mortalidad infantil y la senil están disminuyendo. No importan los vaivenes, aunque falte todavía mucho por hacer. Y “Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto” /Is. 65,21/. Habrá, pues, un manifiesto desarrollo, que dejará atrás el subdesarrollo y la miseria. Y “No edificarán para que habite otro, no plantarán para que recoja otro” /Id. 65,22/. Esto es, la esclavitud y el sometimiento en sus diversas formas desaparecerán, y habrá jerarquía de la igualdad dentro del complejo contexto de la figura humana con sus individualidades, talentos, etc. La idea de comunismo será santificada por la Libertad, por la Justicia y por el Amor; sin monopartidismo usurpador. La idea de democracia se vivirá a plenitud, sin necesidad del pluripartidismo y manipulación de segundos y terceros. Una forma nueva de vida regirá el destino del hombre como símbolo de regreso a su ‘paraíso’. Y “El lobo y el cordero pacerán juntos…” /Is. 65,25/. De verdad “Que no se ha hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”, según Jesús. Y habrá verdadera paz: "No alzarán espada gente contra gente ni se ejercitarán para la guerra” “Id. ,2,4/. Guerra que además de infernal es despiadada por el derroche de dinero que se malgasta en armas, cuando debería utilizarse en salud, educación y bienestar social.

¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!

Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.