VIGILANTE CÓSMICO EN EL PARAISO
‘El paraíso perdido’ de que nos predican las religiones pareciera un cuento de hadas. Y yo me detengo y me retroproyecto al escenario de ese cuento y escudriño la mente de su autor ‘el hombre’, que más que autor es personaje.
Pareciera de verdad un cuento de hadas. Un cuento que, una de dos, o lo han vivido muchos pueblos originarios de este Planeta o fue uno su primigenio autor y los demás lo han plagiado. La coincidencia está en los mismos personajes: el hombre que un día fue bueno e inocente y después se pervirtió y clamó la venganza de los dioses.
Lo cierto es que como tal, cuento o realidad, nos lo han contado también a nosotros que somos posteridad en relación a aquel momento de la infancia del hombre.
Y de la infancia del hombre se nos relata que ‘Adán y Eva’, nuestros primeros padres, pecaron, y nosotros, su descendencia, estamos arrostrando las consecuencias de ese pecado que me permito resumir: "Enemistad entre la mujer y el diablo, la serpiente, y entre ésta y la descendencia de la mujer representada en el Cristo histórico; se multiplicarían los trabajos de las preñeces de la mujer y pariría con dolor; la mujer buscaría con ardor al hombre, que la dominaría; la tierra sería maldita y con trabajo comeríamos de ella… Y algo peor, fuimos arrojados del paraíso, y a las puertas de éste colocó Dios un querubín con espada flameante para no permitir al hombre que tocara el árbol de la vida”.
No dudo, por lo que ven mis ojos y oyen mis oídos, que para muchos ‘el paraíso’ sea un cuento y que como tal hay que tomarlo. Pero mi mente se agiliza como el vuelo de las águilas con la suave brisa. Y me remonto a las alturas de mi pensamiento y de mi espíritu, y desde allá contemplo con ojos claros y serenos la quietud y el movimiento de lo de abajo. El águila caería sagaz sobre su presa. Yo simplemente observo y desdoblo esa página paradisíaca y la pongo al alcance de quienes quieran leerla de nuevo. Yo la leo y releo. Y al leerla encuentra asidero mi existir en esta vida como hijo de ‘Adán y de Eva’. Lo que pudiera haber sido un cuento es toda una realidad manifiesta. Y comparo ese cuento con la realidad, y se despejan mis dudas… Y algo más, detrás del cuento o mito descubro la propia realidad, que, yo, a mi modo, la traduzco y la llevo a plano de verdad.
Cierto es que muchos no ven más allá de sus sentidos, porque se los tapan para no ver esa realidad. Realidad que todavía es historia viva, y la vemos en ciertos pueblos del Planeta: Mujeres dominadas por sus maridos y con sus rostros cubiertos como si no tuvieran entidad. ¿Maldición de Dios, o dominio del hombre que usufructúa a la mujer como una cosa más? ¡Pobre mujer en estas condiciones de prepotencia del hombre! Es como si una venganza con arrastres de antaño fuera tomada. Esto es, la venganza subconsciente del patriarcado contra el matriarcado que alguna vez humillara al hombre. Un cuento paradisíaco que se repite, pero que puede llegar a su fin con el reconocimiento de la igualdad que el mismo cuento entraña : "Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta (la mujer) se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre; y se adherirá a su mujer; y vendrán a ser los dos una sola carne” (Gén. 2,23-24). Y carne de entidad propia para la mujer es lo que se desprende del mito: "Se llamará varona”. O sea, como mujer tendrá su propia entidad e identidad. Y es así como en el mito, que no es sino palabra divina filtrada en la mente humana, se defiende la igualdad de los sexos. Quizás sea ésta la primera ley que fabricara el hombre sobre la Tierra. Ley refrendada con el canto del alma: "Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Ley que el hombre en su prepotencia varonil ha pisoteado y sigue atropellando. Una de las causas ésta de la discriminación aún del llamado sexo débil, la mujer. Y es que en el fondo todavía resuena el eco del machismo que se refleja en el mismo mito: que primero fue el hombre y después la mujer. Y es el mito el que hace bajar a Dios de su estrado celestial para abrir el pecho del hombre y extraerle bajo sopor, como en operación clínica, de una de sus costillas a la mujer. Torpe concepto y traducción del mito si así fuera en realidad. Tal vez el mito encierra una ley anterior de machismo teísta y atribuye a Dios esta postura discriminativa de los sexos: primero el hombre; después la mujer.
Seamos cuidadosos en la interpretación del Génesis. Esta ley del machismo es posterior en orden cronológico al planteamiento que el mismo Génesis hace en el Cap. I: "Y creó Dios al hombre /a la especie humana, no al género varón/ a imagen suya…, y los creó macho y hembra; y los bendijo Dios…” (Gén. 1,27).
Y es bella y trascendental la ley que iguala al hombre y a la mujer, pero históricamente todavía está en la caverna de la prepotencia y del poder. Lo vemos y oímos a diario cómo se discrimina de hecho a la mujer: la mujer debe seguir al hombre por ley de un mito hecho conveniencias. ¿Y el convenimiento y concertación mutuas? ¿Adónde lo deja el machismo? Mas a pesar de todo, en caso de que el mito fuera una ley prefraguada deliberadamente, que yo acepto que en él hubo toque de lo divino, el libre albedrío del hombre dio curso a la distorsión de la voluntad divina. La Justicia Divina no es la causa de esa ley. Fue el hombre el que la acomodó a su interés, y hasta el día de hoy, sus funestos resultados: la mujer generalmente en desventaja legal respecto al hombre. En realidad el mismo hombre ha cerrado las puertas del ‘paraíso’.
Sea verdad o no el mito del ‘paraíso’, yo lo acepto como verdad por lo que él dice a mi mente. Y comparo su contenido con la realidad histórica, y no hallo incongruencia; más bien me induce a la aceptación, al menos en símil, de lo que pudo haber sido nuestro origen aquí en el Planeta. Origen que en ningún momento contrapone ciencia y religión.
Lo importante es que la mente se acerque sin prejuicios al mito ‘paraíso’. Así lo he hecho yo y sólo veo la mano de Dios operando en la ‘manifestación’. Y la mente es expresión intuitiva de la misma ‘manifestación’. Y mi mente capta con claridad que en el devenir de lo ignoto ‘todo comenzó a ser’, y en este todo: el hombre, como otras especies, y como macho y hembra. Y en mi mente, y en toda mente, está la facultad de ver al mismo Dios manifestándose en esta forma de naturaleza en que nos movemos. Y el mito recoge la impresión que el hombre primitivo tuvo con lo de Arriba y, a su modo, la plasmó en lo que llamamos ‘mito’, pero que tuvo su asiento en lo real. Fue el libre albedrío del hombre el que determinó su devenir histórico. Y no creamos que estamos muy lejos del hombre primitivo. Nuestra triste historia quizás sea el peor mito que haya escrito la especie humana. Aquellos hombres amanecieron en un mundo desconocido y sin respuestas. Miraban al cielo y sólo veían estrellas, y al sol, y a la luna, pero no podían definir su mundo. Ahora hacemos alarde de la ciencia y de la tecnología y el Dios del ‘paraíso’ nos sigue increpando:¿Qué haces Adán? ¿Todavía no te has dado cuenta de que si repican las campanas es porque tienen su tañido y detrás de ellas está el campanero /Dios/? ¿Todavía sigues menospreciando a Eva, tu mujer, utilizando palabras, gestos y acciones que la ponen en minusvalía de ser lo que es: tu madre y tu compañera, y tu asistente en el quehacer y sufrir que tiene la vida? ¿Hasta cuándo vas a reproducir el ventajismo machista del ‘mito’: “… /ella/ me dio de él /del fruto prohibido, que tú sabes cuál es: la mentira / y comí”? ¿Crees Adán que puedes engañar a Dios? Nunca es tarde para que cumplas con la ley del mismo ‘mito’ que Dios ha impreso en tu mente y en tu corazón: "Hueso de mis huesos y carne de mi carne”, compañera inseparable de destino que merece dignidad, porque el mismo Dios la ha hecho para que saliendo el semen de tus costillas, en reversión cósmica de lo Divino en lo humano y de lo humano en lo Divino, se impregne en ella y geste la prolongación de tu ser, de igual a igual en la ley del amor. Que el amor sea siempre el puente entre tu semen y el óvulo de ella. Y, sábete, hombre, que a las puertas del ‘paraìso’ está el ángel en guardia para que no comas del “árbol de la vida”. Ya bastante daño nos has infligido con tu mordisco al fruto prohibido. Muy caro nos ha salido el torrente de sangre que desde entonces corre como ríos por la Tierra. Quizás tu atrevimiento a burlarte del ángel no dé más lugar a la venida del Cristo, sino al juicio final. De todo te puedes burlar, si lo quieres en tu libre albedrío. Pero estás vigilado, por más leyes que inventes a favor del aborto, de la eutanasia, fertilización in vitrio, clonación, el comercio con las células madres, las bombas explosivas y matagentes, etc. Manotazos, al fin, sobre el árbol de la vida para arrancarle sus frutos. Cuídate, te digo, como dice la Biblia de no jugar con el cruce de las especies, pues así como todo gira velozmente, así se aproximará el futuro no deseado. No es amenaza. Es prevención. Pero si rebosas la copa, no tendrás tiempo de recoger lo derramado.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.