12 marzo 2007

NAVES 'OVNIS' EN LA BIBLIA

Significativas son algunas expresiones bíblicas. Y la Biblia hace retratos de épocas, de circunstancias y de personajes que en alguna forma se han tenido que corresponder con una realidad o son mera fábula. Si bien para los creyentes en la Biblia no se trata de fábula, sino de realidad, y la Biblia es la palabra de Dios, tenemos que admitir sencillamente esa realidad y no llevarla a polarizaciones incongruentes, fanáticas y dogmáticas.
Veamos algo de la Biblia y de sus escritos conexos.
“Enoc/… anduvo en la presencia de Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios” /Gén. 5,24/. “Enoc fue grato a Dios y trasladado…” /Ecl. 44,16/. Claramente se da a entender que hay toda una operación de lo de Arriba sobre lo de abajo, ateniéndonos a los relatos referentes a estas apariciones y desapariciones de seres; bajadas de los cielos y subidas a los mismos; la presencia de Yavé en sus nubes de fuego; la Estrella de Belén, etc.
Y si no es fábula, ¿qué es todo ello?
En el Apócrifo de Juan Arzobispo de Tesalónica, Cáp. VII-XIII hay sorpresas. Aunque no es evangelio aceptado por la Iglesia, obedece a textos de la misma cronología que los evangelios canónicos, y los ‘traslados’ se dan de la misma manera que en la Biblia en general. Pues bien, tal apócrifo, relata algo que sucede durante la muerte de la Virgen: “Y en el momento mismo en que ellos /los apóstoles/ salieron de la cámara, sobrevino un gran trueno, de manera que todos los presentes fueron presa de la turbación. Y cuando cesó el ruido del trueno, los apóstoles fueron aterrizando a la puerta de María en alas de las nubes. Venían en número de once, cada uno volando sobre una nube: Pedro el primero y Pablo el segundo… Se saludaron mutuamente y se miraron en el mismo sitio unos a otros, pasmados al ver cómo habían venido a encontrarse en el mismo sitio. Roguemos para que nos sea dado el conocer por qué Dios nos ha congregado…”. Sinceramente que estamos ante una descripción maravillosa de lo ocurrido. ¡Y con qué lujo de detalles! ¿Y quién, al leer esto, no se da cuenta de que fueron trasladados en ‘ovnis’? Solamente las mentes fanáticas e intrascendentes pueden negar esta evidencia. ¿Acaso la cosa es como la ven nuestros pobre ojos religiosos? ¿No es el mundo de Dios más grande que la mezquindad de algunas mentes? ¿Qué de raro tiene que la Biblia y sus conexos retraten tan fielmente lo sucedido? Y si vamos a creer en la Biblia, tenemos que creer también estas especies de relatos que ella misma nos da, y no deformarlos como asustadizos y no menos fanáticos terrícolas.
Pues bien, continúa el mencionado ‘apócrifo’: “Sucedió /confirma Pablo/, encontrándome yo en la ciudad de Sardes explicando la doctrina hasta la hora nona, que descendió una nube sobre el lugar donde estábamos reunidos y me arrebató en presencia de todos los que conmigo estaban, trayéndome hasta aquí…”. Más clara no puede estar esta narración. Sólo hace falta el buen entendedor.
Y en el Evangelio de José de Arimatea: “Todos fueron contando el lugar donde habían estado aquel día, quedando sobrecogidos de admiración por verse allí…”. Exacta descripción. Y allí sucedió algo que no se puede borrar con dos palabras fanáticas o de mentes escrupulosas. Allí, como en tantos pasajes bíblicos, hubo presencia de naves, de ‘ovnis’. Naves y ‘ovnis’ que todavía continúan circundando el Planeta y que nos tienen vigilados. Si algo difiere es su vocabulario, pues aquel era su mundo, su manera de expresarse: “Nube”. Y los personajes se asustaban o aterrorizaban de aquel fenómeno. No nos extrañemos de esto, pues a principios del siglo XX hubo muchos hombres, mujeres y niños que también sufrieron pánico, y atribuían estos adelantos al diablo, cuando aparecieron los primeros coches a motor y los aviones.
En Mérida, Venezuela, el escritor Don Tulio Febres Corderon recoge un mito indígena así: “Cinco águilas blancas”: “¿Venían del norte? ¿Venían del sur? La tradición indígena sólo dice que venían del cielo estrellado”. A diferencia de la Biblia, los indígenas llamaban a esa ‘nube’: “Águila”. Los pueblos orientales la llamaban “vimana”. Para los vikingos eran “seres alados”, que ante una gran inundación, rescataron a la diosa ‘Oera Linda’ y se la llevaron a los cielos. ¿Y qué decir de las culturas mayas, aztecas, incas, e incluso de los mitos griegos y romanos? ¿Y el ‘avión’ indígena de Colombia? ¿Y el dogon /astronauta/ del Japón? Lo cierto es que cada cultura ha visto lo mismo y lo ha retratado y descrito a su modo. La comunicación de lo de Arriba con lo de abajo siempre ha existido, existe y existirá mientras estemos poblando este Planeta y necesitemos de la ayuda de nuestros Hermanos Mayores. Y yo, Manuel, después de mi ‘arrebato cósmico’ del 16 de Junio de 1979, y después de recibir tantas otras manifestaciones y revelaciones que poseo impresas, ¿qué puedo decir? ¿Algo distinto? –Sólo sé que no estamos solos y que estamos vigilados y nos cuidan como a niños /malcriados/. ¡De que no estamos solos, no lo estamos!
Algunas personas, por cuestiones religiosas, no están de acuerdo con mi punto de vista sobre la Biblia en lo que a este relato y a otros de alta significación se refiere. Pero Yo insisto en mi propósito: Sólo el lente con que se mire la Biblia nos hará cambiar de color en la interpretación, pero la realidad es una. Y mi lente me permite ver con claridad, sin que por ello pueda decir que poseo la Verdad. La Verdad sólo está en Dios. Mas yo hago énfasis en ‘mi verdad’, en lo que ven mis ojos, mi mente y mi espíritu cuando leo la Biblia. Entre muchas cosas, escojo un poco: “…he aquí que llega Yavé en fuego, y es su carro un torbellino para tornar su ira en incendio y sus amenazas en llamas de fuego” /Is. 65,15/. “He aquí el nombre de Yavé, que viene de lejos. Arde su cólera, es un violento incendio… el soplo de Yavé va a descender como torrente de azufre” /Id. 30, 27-33/. “Siguió Yavé replicando a Job desde el torbellino… Nadie se atreve a provocarle ni puede estar a pie firme delante de él… /Y PRÉSTESE ATENCIÓN/ No callaré la forma de sus miembros; no tiene igual a él en la fuerza…. El círculo de sus dientes infunde terror. Su dorso está adornado de láminas de escudos, compactas y cerradas como un guijarro; únese una a la otra sin dejar resquicio y un soplo no entra por ellas. Están pegadas unas con otras, bien trabadas, no pueden separarse /ATENCIÓN, COMPÁRESE ESTA DESCRIPCIÓN CON LA QUE PODRÍAMOS HACER DE UNA NAVE DE LA ‘NASA’/. Sus estornudos son llamaradas, sus ojos son como párpados de la aurora; de su boca salen llamas, se escapan centellas de fuego; sale de sus narices humo, como de olla de fuego, hirviente /SÍGASE COMPARANDO SOBRE NAVES DE LA ‘NASA’/. Su aliento enciende los carbones, saltan llamas de su boca; en su cuello está su fuerza y ante él tiemblan de horror /¡¡¡…!!!/. La espada que le ataca se rompe, no resisten la lanza, ni el dardo, ni el venablo; para él el hierro es como paja, y el bronce cual madera carcomida… / ¡CÓMO NO SERÁ DE POTENTE Y ATERRADORA ESA NAVE!/ Deja en pos de sí blanco su camino, como si fuera una cana cabellera /MÍRESE UNA DE NUESTRAS POTENTES NAVES DEJANDO SU ESTELA VISIBLE A NOSOTROS/. No hay en la tierra semejante a él, hecho para no tener miedo. Todo lo ve desde arriba…” /Job. 41/.
Valga la pregunta: ¿Dios, siendo espíritu puro, va a venir en esta clase de nave-‘ovni’? Salvando a la Deidad en su esencia espiritual e invisible, y si como dice San Juan “A Dios nadie le vio jamás”, por qué hemos de deformar la realidad: Un Yavé-Dios, Plenipotenciario de la Divinidad, hablando de la Divinidad a los hombres y con poder suficiente para mostrarse así a los hombres. Mi criterio en nada mutila en mi mente a la Deidad Única, y, en mi caso como cristiano, como Trina. Yavé también incendia mi corazón y mi espíritu y me abre el camino de lo verdaderamente eterno.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.

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