29 abril 2007

EL ANTICRISTO

Muchas personas de mente religiosa se asustan al tan sólo oír hablar del ‘anticristo’ y se forman inmediatamente la imagen de un diablo color rojo y negro, con cuernos, rabo y una mecha de fuego en su mano, y detrás de él un horroroso infierno. La religión cristiana ha contribuido a conformar esta espantosa e infernal imagen. Y al final la humanidad continúa en sus vaivenes, como aquel que vio una película de terror y se asustó, y más nada; y, cuantas veces pasan la película, asiste a ella. Un limbo de inercia que desemboca de verdad en un infierno. Así también para el mundo Veda con su ‘era de Kali’. La era de Kali es para ellos igual que para nosotros la era del ‘anticristo’. Ellos, desde que Kali sacrificó la vaca, que creen es vida para la humanidad, han comenzado a sentir los dolores de este mundo. Del mismo modo nosotros desde que Adán desobedeció los mandatos de Yavé. Por lo que ‘era de Kali’ y ‘era del anticristo’ tienen un mismo significado. Ese apego a las cosas de este mundo material es lo que impide la realización del hombre hacia su meta espiritual. Desde esos dos funestos momentos se entronizó el sufrimiento en el mundo. Así por lo menos lo justifican judaísmo, cristianismo, vedas…
La Biblia es repetitiva en este concepto. Concepto que ha sido aprovechado por los especuladores de sentimientos ajenos. Y como si esto fuera poco, el Apocalipsis (13) nos presenta una incógnita que aprovechan tales especuladores: “Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis”. Y ¡cuántas especulaciones no se han hecho con este ‘666’! Así hasta el día de hoy, cuando nuevas sectas satánicas compiten por conquistar este reino del ‘666’. En realidad el concepto implícito de este número no requiere más explicación. Decir ‘666’ es sinónimo de lo bajo, de lo perverso, de lo más inmediato como son las influencias y atracciones de este mundo en juego con nuestras pasiones desordenadas, ambiciones, maledicencias y maleficencias. Un hombre al arbitrio de los impulsos, tendencias, instintos, astrales, irresponsabilidades, ignorancia, ofuscaciones y empecinamientos de la mente. Y el símbolo más expresivo de esta demencia salta a la vista: la mentira. Y la mentira es poliédrica, tiene muchos planos y aristas. Y sus repercusiones en la conducta del hombre se reflejan como un ‘666’.
Para Juan Evangelista el ‘anticristo’ “es el que niega al Padre y al Hijo”. Y añade algo muy expresivo a través de las páginas bíblicas: “El que no obra justicia no es de Dios”. Y si no obra justicia, niega a Dios según el mismo Evangelista. En realidad la Biblia, y el mismo Cristo, nos invitan a honrar al Padre obrando justicia y a amar a nuestro prójimo. Quien esto no haga es de hecho constituirse en ‘anticristo’. En sí el ‘anticristo’ se extiende a todo el que obra injusticia, que ya de por sí no ama ni a Dios ni a su prójimo.
El ‘anticristo’ no es una entelequia. ¿Acaso poseer grandes fortunas con espíritu egoísta y exclusivista, aunque los demás naden en la miseria, no se corresponde con el reino del ‘anticristo’? ¿Es ser de Dios tener grandes extensiones de terreno, mientras la mayoría no tiene ni donde construir un ranchito? ¿Es ser de Dios formarse en colegios religiosos o privados como élites privilegiadas de una sociedad? ¿Es ser hijo de Dios someter a otros, a toda una nación, y hasta con malos tratos y sentencias de muerte, usurpando mediante el poder de las armas el derecho de los demás? ¿Es ser de Dios utilizar desde el gobierno a los ciudadanos como carnada de intereses personalistas o grupales y enviarlos a matanzas infernales y a guerras sin sentido? ¿Es, simplemente, ser de Dios atropellar en alguna forma los derechos ajenos? En fin, la ‘bestia’ anda por doquier, y no necesariamente en practicantes de cultos satánicos. ‘Más que estos cultos nos deberían asustar las otras injusticias en que vivimos, y en muchas de ellas quizás tengamos alguna cuota de participación. No estamos tan alejados de la ‘bestia’.
¿Quién no ha sido víctima de esta ‘bestia’, si hasta ella camina suelta por nuestro interior, y nos seduce con sus tentaciones diurnas y nocturnas? Las veinticuatro horas del día está despierta e insinuándonos el mal. Y el mal cunde por los cuatro ángulos del planeta. El mal es el “número de hombre (‘666’)”, que hay que tener sabiduría e inteligencia para captarlo. Sabiduría e inteligencia opuesta a este número. Ya Jesús nos alertó también sobre esto y cómo vencer al ‘maligno’, cómo romper la estructura de ese número. Número que nos esclaviza y nos hace bajar de niveles inferiores al de los animales más feroces. Jesús nos dijo que dentro de nosotros está la fuerza vital y vivificadora para que esa ‘bestia’ de impulsos, deseos malsanos, apetitos, instintos, etc., la podamos dominar. Y es bueno aclarar que los instintos, los impulsos y los apetitos, como naturaleza, ni son buenos ni malos; malos cuando los pervierte el hombre en su uso y en su fin. De verdad que “el reino de los cielos” está dentro de nosotros. Y para buscarlo se nos ha dado mente, corazón (sentimientos nobles), conciencia, y sobre todo algo muy peculiar de nuestra especie, ‘el libre albedrío’. Y querer es poder. La ‘bestia’ (‘666’) será nuestro emblema mientras no la revirtamos en su opuesto ‘la verdad’. “Y la verdad os hará libres”. Y los aliados más fieles y puros que pueda tener la verdad son, según la misma Biblia y el sentido común: la ‘justicia’ y el ‘amor’. De aquí también que en el Mensaje de ‘Clave 9’, dado a Manuel, Profeta de ‘Clave 9’, por los Maestros del Universo, Peregrinos del Universo, ‘Libertad, Justicia y Amor’ conformen un trípode cósmico único y de interacción en lo individual, en lo social, en lo universal y en lo trascendental.
El ‘anticristo’ (o ‘Kali’) no es un personaje nuevo, sino de estamento tan viejo como la animalidad que coexiste en el mismo hombre. Venciendo, o mejor dicho, sublimando esta animalidad, el hombre se eleva a escaños superiores de su ser hasta el punto de poner lo animal y la razón al servicio de su energía superior o espiritual. Y es entonces cuando el hombre de hecho vence al ‘anticristo’ y “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (contra la comunidad del Cristo)”.
Es ingenuo personificar al ‘anticristo’, cuando el ‘anticristo’ son nuestra propias aberraciones; la distorsión y mal uso de nuestras energías como humanos; nuestros propios pecados (conductas no cónsonas con la Ley de Dios). Los animales se desenvuelven en su medio según leyes naturales que los rigen, y el pecado no entra en su calificación de conducta. La conducta en el hombre suele ser deliberada.
Ahora bien, tomemos algunos ejemplos de cómo obra el ‘anticristo’ (‘el maligno’, ‘Kali’) en nuestra sociedad. ¿Qué son las mafias de la droga, las mafias de las armas, las mafias del terrorismo, las mafias del enriquecimiento de unos a costa del hambre de otros, las mafias de cualquiera otra índole como la corrupción y la extorsión, las pandillas de matones y de violadores de otros derechos humanos, sino la manera de obrar nuestro propio ‘anticristo’ (nuestras pasiones, nuestras perversiones, nuestros crímenes, nuestras mentiras, etc.)? Conducta indeseable para nuestra condición de seres racionales y de proyecciones trascendentales. Evitaremos guerras, hambre, homicidios, pestes, y hasta otros males naturales, en la medida en que nos armonicemos con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con todo lo demás. Y así la Naturaleza y la vida misma nos responderán con leyes de compensación y de proporción. De lo contrario, por más que idolatremos al ‘anticristo’, estas mismas leyes están escritas y son inevitables en sus efectos (“El que a hierro mata, a hierro muere”).
Y para librarnos de errores y no caer en trampas de otros más vivos, pongamos al ‘anticristo’ en el lugar que le corresponde y no le demos atributo de dominador externo sobre nuestro destino. Si hoy aprendo a elevarme, y en la medida en que así lo haga, asimismo el ángel de luz que todos poseemos irá dominando a la ‘bestia’ (‘666’), al ‘anticristo’. Por supuesto que el camino es largo para el logro de esta meta en cuanto a la Humanidad entera se refiere. Mas en lo individual ya podemos ir tomando conciencia de esta capacidad de superación que hay en nosotros. Y decía Jesús que no esperemos que ‘el reino de los cielos venga de allá’; “está dentro de cada uno de vosotros”. Y como en la unión está la fuerza, en la unificación de criterios por una educación universal, que nos enseñe a ser más humanos, encontraremos una alternativa para vencer al ‘maligno’, ‘al anticristo’… Si logramos esto a tiempo, podemos hasta borrar la sentencia de esa ‘hora fatal’ que se avecina, y adelantarnos así al disfrute de un mundo en donde la Libertad, la Justicia y el Amor sean el tricolor de nuestra nueva patria; no estas patrias ideológicas, de derechas, de centros, de izquierdas, etc., a favor de unos cuantos y de perjuicio para la gran mayoría. Esperamos una patria sin matices ideológicos, raciales, doctrinarios, etc. Una patria donde quepa la Humanidad entera sin distingos de ninguna naturaleza, circunstancia, condición… Una patria sin fronteras, del hombre por el hombre y para el hombre. Una patria que tenga un horizonte común, un ideal de Libertad, de Justicia y de Amor. Sobran, pues, esquemas impositivos y discriminatorios. El medio para ese gran ideal ha de estar en proporción al mismo fin: ‘EN- PARA’: medios de Libertad, para la Libertad; de Justicia, para la Justicia; y de Amor, para el Amor. Y uno de los medios ha de ser la educación a implantarse, que no más privada y pública, seglar y religiosa, que lo que hacen es afincarnos más en las diferencias y antagonismos sociales. La educación ha de ser conforme a un gran ideal de vida para un mismo hombre. Y ese gran ideal de vida ha de estar inspirado en la Libertad, en la Justicia y en el Amor. Aquí de nuevo hago recomendación en la lectura de mi ‘TESTIMONIO VI’, UN AMPLIO PANORAMA PARA EMPEZAR A EDIFICAR ESA NUEVA SOCIEDAD.
Y cierro así:
Tú vales y mereces mucho más que el ‘anticristo’.
Tú puedes convertirte en eje de libertad, de justicia y de amor.
Tú puedes verte en tu propio espejo como la verdadera imagen de Dios y sentirte tan humano… que hasta te puedes identificar con tu hermano.
Y entonces habrá verdadera comunión, verdadera comunidad. La tierra y todos sus espacios con sus riquezas serán también una sola para todos por igual, que no como en esta ‘era de anticristo’: una parcela de unos, otra de otros, y muchos sin tener donde recostar su cabeza ni calmar su necesidades elementales.
¡PIES EN TIERRA!
¡LIBERTAD, JUSTICIA Y AMOR!
Manuel, Profeta de ‘Clave 9’.

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